24 dic 2011

Una Historia de Navidad

"Una Historia de Navidad"

Su castaña cabellera resaltaba entre todos los copos de nieve que caían. Tenía que hacerlo. Era su deber, su todo o su nada. Era ahora o nunca. Tenía que caminar hasta ella, posar su brazo sobre su espalda y darle su apoyo emocional. No era justo que se quedara tanto tiempo en el frío ocaso del mes de diciembre.
Lo hizo. Paso por paso. Como si estuviera indeciso. Como si acercarse a ella fuera un peligro. Como si fuera el cachorrito abandonado en la vereda que espera a que te acerques para correr, pero tiene su patita herida y tienes miedo de que si se va, un auto lo atropelle. Así; así se sentía.
Suspiró. Su mano rozó la gruesa tela café de aquel abrigo que ella posaba. Se sobresaltó al sentirlo tan cerca de ella que olvidó sus lágrimas y su orgullo para mirarlo.
Él era hermoso. Siempre lo había sido. Y entonces ¿por qué justo ahora se le acercaba? Sus pensamientos resonaban por todo el lugar. Todos los escuchaban, y su sonrojo se apoderó de su rostro. Perfecto.
—¿Q-qué? —Susurró agachando la cabeza. Él no debía verla así.
—¿Qué haces acá afuera? La fiesta es adentro —él tomó asiento al lado de ella girándose para verla de frente. Ella en cambio se negaba a mirarlo.
—No es asunto tuyo —sus palabras eran firmes. Así como el sentimiento que guardaban ambos. La atracción mutua.
—Claro que lo es —él sonrió. Ella siempre tan testaruda—. Somos familia, ¿no? —Ella asintió cohibida. Claro, familia.
—Pero no más que primos lejanos —otro murmullo. ¿A caso él daba tanto miedo?
—Eso no importa ahora. Ven… Acá afuera te vas a resfriar y ya van a entregar los regalos.
—No quiero saber nada de la navidad —sus cabellos seguían cubriendo aún su rostro pecoso y sus anteojos.
—Oh, ¿es en serio? Hace poco estabas emocionada. ¿Dónde quedo la niña que ama esta fecha? —Él ya estaba de pie encarándola.
—Eso fue antes de que muriera… él… —el leve sollozo lo hizo dar cuenta de la situación. Ella aún no lo olvidaba, y eso le dolía.
—Sé que ese daño no lo puedes reparar —murmuró agachándose a su altura—. Pero quizás yo te puedo ayudar.
Ella levantó su cabeza esperanzada. ¿Qué podía hacer que Leo reviviera, qué podía hacer que su antiguo y primer amor regresara a la vida para depositar en su corazón una sonrisa que llenara su vida? Nada, tal vez.
—¿Cómo? —Su voz sonó ahogada y las lágrimas empezaron a rodar… Una navidad sin él. Sin el único que realmente la quería.
Pero no podía seguir pensando. Él tenía que hacer algo. Algo que haría revolver las mariposas de su estómago. ¿Por qué se demoraba? ¿Por qué solo miraba sus labios y se acercaba tan lento? ¿Por qué no se apuraba? Era ahora…
—Bésame —susurró ella sin que lo que pudiera haber a su alrededor escuchara o distinguiera por el movimiento de su boca. Un susurro solo para él.
—¡Corte! —El grito del director hizo que la atmósfera extraña que se había formado entre ambos se disolviera. El peli verde se levantó y le tendió la mano para que ella se levantara también—. ¡Eso fue perfecto! Terminamos de grabar la toma mañana… Ya es muy tarde. Regresen a su hotel y mañana a la misma hora los veré aquí.
Los copos de nieve artificiales dejaron de caer sobre ambos y las luces se empezaban a apagar. El estudio se volvía vacío a cada segundo. Algunos de los co-actores se les acercaban para felicitarlos por la excelente escena. El dorama estaba quedando genial gracias a ellos. Más bien, gracias a la agencia que los había escogido.
—May —se le acercó su mejor amiga del alma, Dawn—. Creo que tendremos que salir por la puerta trasera y otra vez camufladas —en sus manos había dos bolsas con ropa adentro.
—Claro —suspiró cansada. Se quitó los anteojos y se restregó la mano contra la cara. Lo mismo de siempre—. ¿Qué hay de Misty?
—Ella no ha terminado su concierto navideño. Lo más seguro es que salga igual o peor que agotadas que ambas —se encontraban caminando a los vestuarios del set recogiendo sus cosas.
—Es injusto. Le prometimos irla a ver ¿no?
—Es verdad. Pero ya ves lo que nos toca.
—Pero hoy solo me tocaba grabar a mí, ¿por qué no fuiste tú? —May recogí su cabello en una coleta ubicándose un gorro encima y una bufanda.
—No quiero dejarte sola esta noche —sonrió como siempre lo hacía. Solo ella se podía ver tan linda sin maquillaje o arreglos—. Además Mis tiene a Ash. Él se quedó con ella.
—Cómo no si es el guitarrista de su banda —May se lamentó. Lo linda a veces le llegaba a lo tonta. Pero así era su amiga.
—Oh, claro —rio encantadora mientras caminaban a la salida. La limosina ya se encontraba esperándolas y varios fans pasaban por ahí esperando verlas. El traje no les funcionó.
—Por aquí señoritas —el hombre fornido las escoltó hasta el transporte donde los demás actores ya se encontraban dentro. Hasta el peli verde.
—¿Van directamente al hotel o pasarán a ver a Mis? —Preguntó Dawn arreglando su cabellera con una diadema rosa.
—Oh, lo había olvidado —se lamentó Jimmy, chocando su frente con su palma.
—Tenemos al sustituto de Ash —rio Leaf con Crystal. El peli gris tan solo las miró fingiendo depresión.
—Ya, ya. No creo que alcancemos. ¿Por qué no vamos al hotel y nos vemos en el vestíbulo para ir a celebrar juntos? De paso, llamamos a Ash y Mis y los invitamos también —todos asintieron ante la excelente idea de Drew. Y así fue.
Algunos bailaban en la pista del pub mientras otros se sentaban en mesas o en la barra conversando con alguien más, pero nadie estaba solo. A excepción de Drew.
Él tenía en su mano su bebida y veía cómo la castaña sonreía y reía a todo. Miró su reloj. Marcaban las diez y cincuenta y siete minutos. Unos minutos más y sería navidad. Debía aprovechar la oportunidad.
La castaña también lo encontró con su mirada azul mientras él movía su fleco hacia un lado. Ahora eran los dos. No había nadie más en la sala. Las luces parpadeantes de la disco eran solo eso… Un fondo colorido que lo hacía ver como el ser más hermoso del mundo.
Nunca, nunca en su vida había estado tan enamorada como ahora, pero no era posible que ambos se lo confesaran. Ella, tímida en ese aspecto y despistada. Actriz y cantante ¿era posible?
Él, arrogante y guapo… ¡Seguido por todas las fanáticas del mundo! Actor y modelo… No, no era posible. Además lo único que los unía era un comercial de perfumes y aquel dorama que hace unos meses había empezado y ahora tenía el mejor rating de todos… Quedaban a penas dos o tres meses más para grabar y se terminaba. Adiós a sus lindas (pero orgullosas) sonrisas en las mañanas. A las escenas juntos y las tardes de frío en el que se reunían a practicar sus diálogos.
Adiós a la ilusión… Cada quién tomaría su camino y sus vidas se separarían. ¿Pero y qué? El momento se lo vivía ahora y no después.
Se levantó de la mesa diciendo que tomaría algo de aire sabiendo que él la seguía mirando. Realmente no quería irse de ahí, pero tampoco quería permanecer en el bullicio. Su lugar estaba al lado de él.
Caminó entre la gente tratando de no ser golpeada o algo. Su guarda espalda asintió con su cabeza y la seguía  a lo lejos por si algún fanático loco decidiera hacer algo con su decencia.
Cerró los ojos sonriendo cuando la suave brisa navideña alborotaba sus cabellos color chocolate. A fuera no había tanta bulla como adentro. Ahí encontraba algo más de paz. Frotó sus manos enguantadas y las posó sobre sus mejillas. Hacía mucho frío.
—¿Qué haces acá afuera? La fiesta es adentro —aquella masculina voz la sobresaltó. Pero no abrió los ojos. Sonrió recordando el diálogo.
—No es asunto tuyo —repitió ella negando con la cabeza y suspirando.
—Yo quiero que lo sea —él apareció a su lado mirando las estrellas con las manos en sus bolsillos—. ¿Tienes frío?
—Algo así —May por fin lo miró con la sonrisa en sus ojos. Se la veía realmente hermosa.
—May yo… —estaba a punto de tomar su mano cuando Brendan salió del lugar buscando a May.
—Estás ahí —suspiró de alivio acercándose—. Estaba preocupado. No te veía.
—Oh, disculpa. Necesitaba un respiro de todo eso —May y su sonrisa gentil. A Drew le dieron celos cuando vio la facilidad con la que ella le hablaba. ¿Y a él por qué no?
—Esto… ¿Interrumpo algo? —Brendan miró receloso a Drew y luego a May.
—No.
—Sí —dijeron ambos al mismo tiempo. Brendan se confundió y volvió a alternar miradas entre los dos chicos.
—¿Entonces es sí? —Preguntó levantando una ceja en dirección de May.
—No, Drew no tenía nada que decirme —respondió ella con su gesto gatuno. El peli verde entró en cólera pero no dijo nada.
—¿Qué te parece si entramos de nuevo, o estás lo suficientemente cansada como para irte de aquí? Si es así te puedo acompañar.
—Gracias por ofrecerte —habló ella mirándolo directamente—. Pero me quedaré un rato más. Adiós Drew —esta vez se giró en dirección del aludido y le hizo una seña para luego seguir a Brendan hacia adentro.
—Espera —el peli verde tomó su mano y ella se tensó. Su contacto era caliente contradiciendo el frío que hacía allí afuera.
—¿Vienes May? —Estaba entre la espada y la pared. ¿Seguir a su amigo de la infancia, quien sabía que la quería o quedarse con la persona que más la había hecho sufrir en su corta vida al haberla enamorado tan repentinamente?
—Yo… Adelántate Brendan. Estaré contigo en unos minutos —fingió una sonrisa mientras el morocho indeciso asentía y entraba al lugar de nuevo. Ella en cambio no se movió. Drew aún tenía su mano agarrada y al parecer no quería soltarla.
—May, escúchame —ella quería hacerlo, pero sentía que aquello ilusión solo duraría unos días y luego dolería ver como se desvanecía en el horizonte. Pero su corazón no se negaba y estaba atento a sus palabras.
—Por favor Drew —sus palabras salieron en un suave susurro. Uno como el viento.
—No te vayas —la abrazó por la espalda rodeándola en un tierno abrazo. Ella seguía tensa y con la cabeza gacha. No quería irse de ahí.
—No… no lo haré —murmuró.
—Hay algo que te tengo que decir —la seguía abrazando y susurrando a su oído. De repente los fuegos artificiales empezaron a llenar el lugar de colores y sonido. La gente empezó a salir de sus hogares para verlos y los que estaban dentro del pub también. Los ignoraron—. Pero no aquí.
Volvió a tomar su mano y la llevó a un lugar más apartado. Era un parque con una laguna que antes había estado clara. Ahora parecía pista de patinaje en hielo.
—Drew… Lo que tengas que decir guárdatelo para ti, por favor —dijo May con las lágrimas en sus orbes. No se permitiría llorar. No frente a él.
—No me pidas eso… Solo quiero que me escuches —su voz era calmada pero así no era como se sentía. Él también sabía que pronto se separarían… Sus vidas tomarían rumbos diferentes. Pero era justo que hiciera algo ahora. Las oportunidades solo se dan una vez, y solo si las sabes aprovechar. Estaba nervioso.
—Prométeme que será algo que no me lastime —ella levantó su meñique y él rio ante su expresión infantil. Asintió cruzando su meñique con el de ella.
—Claro, niñita —murmuró burlón y ella fingió estar indignada. Pero terminó riendo con él—. May —la aludida saltó cuando uno de los coloridos cohetes estalló el en cielo. Se abrazó a él sin percatarse de su gesto de sorpresa pero no hizo nada más—. Sigues siendo miedosa.
—¡Hey! ¿Viniste a decirme algo o a criticarme? —Se separó de él haciendo un puchero adorable. Detestaba cuando se mofaba de su ‘no-cualidades’.
—¿Te dolió acaso? —Sonrió de lado matándola de un solo flechazo. Era tan egocéntricamente encantador.
—No, no lo hizo. Ahora, ¿qué me dirás? Lo más seguro es que me estén buscando para regresar a la fiesta ahora que es navidad.
—Qué apurada —movió su flequillo y luego su expresión cambio a otra más seria—. May…
—Deja de repetir tanto mi nombre —chilló ocultando su risa. Su nombre sonaba tan lindo proviniendo de él.
—¿En serio quieres que haga eso? —Su pregunta venía con otro mensaje. Ella lo sabía.
—Sí y sí —sonrió. Él la tomó de la cintura abrazándola y acercándola a él. Ella puso sus manos en su pecho. No trataba de apartarlo, pero era una forma de fomentar el abrazo.
—¿Sí? —Levantó una ceja juguetón mientras ella reía. Qué risueña.
—Sí quiero que dejes de decir tanto mi nombre y… —su mirada se desvió a su boca mientras ambos se acercaban… Lento pero seguro—. Sí quiero que me beses.
Él eliminó la poca distancia que quedaba entre ambos y unió sus labios en un romántico y tierno beso. Uno que no se repetiría en años… Jamás.
Más cohetes estallaron sobre sus cabezas en el oscuro cielo de media noche mientras todos gritaban y bailaban festejando al otro lado. El parque se empezó a llenar de niños y personas rodeando a la pareja que se besaba sin importarle lo demás.
La espuma de lo que parecía ser vino calló encima de ellos. May cerró los ojos asqueada y Drew negó con la cabeza aun sosteniéndola de la cintura.
—¡Feliz navidad tortolitos! —Gritó Dawn en coro con Misty y el resto del elenco en ese extraño parque. Todos soltaron la carcajada cuando el sonrojo cubrió la cara de May.
—Por Kami-sama que ya era hora —rio Misty siendo abrazada por Ash mientras Dawn hacía un puchero reclamando lo suyo.
—Par de bakkas, no cuenten el dinero frente a los pobres —se quejó la chica de cabello azul cruzándose de brazos.
—No digas nada. Mira, ese chico de allá te ha estado observando desde hace un buen rato, ¿por qué no vas y hablas con él? —Señaló Misty al peli morado que estaba sentado en una banca.
—¿Aquel emo? —Se burló Drew mientras May le daba un golpe en el hombro juguetona.
—No parece emo —Dawn tenía estrellas en los ojos—.  ¡Es lindo!
Volvieron a reír mientras la peli azul se acercaba atrevida al muchacho que había estado en la disco unos minutos antes y que también había salido con todos para ver el espectáculo en el cielo.
—May —susurró Drew en su oído, la castaña se giró a verlo—. ¿Te gustaría…?
—¿Sí? —Sus ojos se abrieron con sorpresa esperando que terminara la pregunta; esperanzada.
—¿Te gustaría pasar conmigo esta navidad? —Ella sonrió. No era lo que esperaba, pero era algo simbólico.
—Sí, Drew. Sí quiero —se abrazaron el uno con el otro para luego sellar la escena con un tierno beso de amor.
La cámara se fue alejando hasta que un corazón cerró el acto final con una música anticuada resonando en la televisión. Había sido su mejor actuación, y sí que lo era.
—Feliz navidad Drew —depositó un beso en su mejilla. Apagó el televisor, lo arropó con una mantita celeste y se abrió paso entre él y el sofá. Había sido la mejor noche de navidad para ella y su amado.
Fin! J

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