26 ago 2012

Agonía de Musa

Nunca había pensado en hacerme daño físicamente, pero siento como si fuera mi único escape a todo esto. ¡Estoy confundida!
Me exijo a mí misma acabar con todo pero es como si no fuera suficiente. Tanto que hacer y que decir. Es la primera vez que me encuentro en esta posición. Esto está creciendo cada vez más, y duele demasiado. ¡Cómo rodara por las escaleras y no despertara sino en un buen tiempo!
Mis manos están buscando el fuego... Mis brazos quieren llorar sangre... Mis sentidos están apagándose...
Me pediste que no sintiera culpa nunca más. Lo lamento, hubieras enviado una respuesta, una solución a ese problema. Me has dejado sola, y no sé qué hacer.
He caído, he dejado, he vuelto a caer.
Es irónico cómo por fuera todo parece normal, y por dentro lo único que siento es un mar de tormentos.
Si no me entiendes, no hay problema. No busco que lo hagas... Sólo quiero escribir. Sólo quiero expresar. Sólo quiero dejar de sentir y volver a nacer.
Esto algún día pasará, estoy segura. Y todo estará bien de nuevo, aunque esté rota...
Si busco ayuda, tan sólo me echarán en cara lo que he hecho mal y lo que necesito es apoyo. No una palabra, sino un abrazo. Pero no hay quién me lo dé...
¿Por qué no vienes, me asustas, susurras mi panacea y te vas? ¡Déjate ver y explícame qué debo hacer! O sino..., ¡deja de confundirme!
Ya no aguanto más. Será mejor que me vaya de aquí. Disculpa si no te agradó lo que escribí pero necesito tu respuesta a mi llamado de desesperación.
Adentrándome en la amargura, me iré por las riendas de la oscuridad. Necesito tu calor, pero siento que ya te vas...
Si esto termina, esta será mi condena. El dolor germina, y la ruina me lleva...

Apariencias.

Las apariencias engañan.
Es cierto, mi querido amigo. No todo lo que vemos es lo que realmente es. ¿Pero por qué? ¿Por qué tenemos que vivir escondidos en una máscara de felicidad e hipocresía cuando sabemos que en nuestro interior nos estamos ahogando de dolor? ¡El orgullo! Porque detestas que te vean con lástima, que la gente hable de lo que sientes, de lo que padeces, de lo que no puedes ser.
Soy de las que... no sé si uso una máscara.
Me dicen mis amigos que soy un libro abierto. Que si estoy feliz se nota en mi sonrisa, que si estoy incómoda o tensa es difícil hacer que mi ceño se relaje y, que si estoy triste, deprimida o enojada, me vuelvo callada.
Pero entonces descubro que sólo uso una máscara en ocasiones específicas. Aclaro que soy una persona muy orgullosa, lo he sabido siempre. Pero no soy del tipo que esconde su dolor, ¡es más!, creo que la mayoría de mis allegados saben por qué estoy triste siempre y comparando esto con un orgulloso normal (que no cuenta mucho ni a los más cercanos), es extraño.
Mi caso es que no me gusta salir herida, tampoco quiero ser la mala del cuento, pero prefiero parecer la primera opción que cualquier otra cosa. No sé, me gusta tener la razón en muchas cosas.
El problema es que eso afecta demasiado en mi día a día. Estoy frustrada y no sé qué hacer...
Quiero dejar mi orgullo de lado, sé que puedo hacerlo, pero a cada momento aparece uno y otro y otro reproche, y mi voluntad va decayendo. Es normal ¿no? Pero ya no me siento fuerte.
Entonces ¡¿qué hago?!
No soy perfecta. No soy un ángel de Dios, no soy un pan de dulce, ¡no soy una niña inocente! Sólo soy una desconsiderada, una bruja que busca quedar bien con todos aunque tenga que decir idioteces, que es capaz de lastimar a quienes más quiere por estar bien consigo misma y que sólo termina jodiéndose la propia existencia. Y que al final... sin recursos ni fuerzas queda en la nada.
Aún no estoy en ese desenlace. Pero siento como si sucederá.
He engañado. He difamado. He roto. He lastimado. Y he dicho que me han hecho todo eso.
Entonces... Karma llévame y no me dejes sufrir más.
Sin firma.

21 ago 2012

Forgive me.

Hola mundo.
No sé si debería decir: disculpen por no escribir otros temas (mis historias y eso), y también disculpen que no las haya continuado, últimamente no tengo imaginación. ¿Será que llevo cuatro, cinco meses que ya no escribo? Para mí es demasiado. Extraño tanto usar los guiones largos, crear las emociones, desarrollar una historia, cautivarme en mi propio mundo. No lo niego, lo he intentado muchas veces pero lo único que consigo es prosificar un pensamiento sin coherencia alguna. Y prefiero mil veces cerrar la ventana de Word o mi cuaderno que escribir algo que no vaya a satisfacer mis expectativas o de los que me leen. Pueden llamarlo un capricho mío el querer escribir algo que agrade, pero -quizás- sólo mis amigos escritores han de comprender lo que siento en esos momentos en los que la inspiración toma sus vacaciones y la imaginación se encierra en un hotel con piscina, aguas termales y servicio a la habitación. Sí, sin ganas de nada. Obviamente, puedo escribir -aunque carezca de mis adorables recursos- pero al revisar lo que he elaborado, y al momento de postearlo, queda un vacío que sólo desaparece cuando el escrito queda como nosotros lo deseamos.
Y hasta ahora, busco la razón por la que la imaginación me ha abandonado. Estaba suponiendo que era por el colegio, pero las tareas no han estado tan pesadas. Recién en esta semana se me está complicando la existencia en la secundaria por los exámenes que empiezan mañana (debería estar estudiando) y los cuadernos que están en blanco (necesito un conjuro mágico para que se llenen solos).
Sin embargo no es eso. El colegio nunca ha sido gran impedimento para escribir, porque escribir es mi gran pasión (no sabría decir si antes o después del teatro, ambas son especiales para mí). Sé que hay algo más, tan sólo no puedo descifrarlo.
Así que... a los que me leen, disculpen la demora. No prometo escribir capítulos de las historias o fechas futuras, porque quizás me falle la inspiración. Pero sí hagan barra para que vuelva a crear pronto, eso sería bastante bueno para mí.
Y bien...
He estado pensando que, como a todo ser humano, se me ha dado la oportunidad de recibir muchos regalos en esta vida. Lo admito, son regalos realmente hermosos, dignos de valorar y que desearía conservar para la eternidad. Pero la vida no es sólo dar y recibir, hay que aprender y para profundizar las tantas doctrinas que la vida tiene preparadas para mí, debo cometer errores, errores que toda persona podría tener. Claramente, como cualquier individuo, tengo temor a las equivocaciones, pues se juegan muchas cosas cuando es momento de decidir.Y justamente esas cosas que tememos perder, son esos regalos especiales de la vida.
Los amigos.
Nuestras acciones no siempre serán erradas ni tampoco las correctas. Para nuestra desgracia, esto depende de la perspectiva de cada uno. Cada persona es un mundo aparte, con creencias, y personalidades distintas. No a todos les gustará lo que hacemos. Habrán quienes nos apoyen, quienes sólo callen y asientan, y quienes protesten; a quienes heriremos. Pero no somos perfectos. Y sé que todos esos ejemplos perdonarán nuestras acciones e intentarán comprendernos. Sin embargo, el alma tiene un límite para soportar todas estas decepciones que causamos. Y cuando se llega a esa barrera, es difícil que las cosas vuelvan a hacer como antes eran  (las personas pueden ser amables y comprensivas, pero no toda la vida soportarán desilusiones). Entonces, buscamos la manera de arreglar la situación, de recapacitar y no volver a cometer los errores. He ahí, el momento en que aprendemos una enseñanza de la sabia vida.
Algunos ganaremos experiencias, y conservaremos nuestro regalo por mucho tiempo más. Pero habremos otros que de tanto insistir en el mismo desacierto, aprenderemos la lección... perdiendo lo que más atesoramos.
Y duele. Duele más que las lágrimas que podamos derramar, duele más que nuestro triste lamento, hieren los recuerdos y le típico "¿y si...?", ese que tanto nos atormenta. Lastima y rasguña el alma, quebrantando los anhelos y las esperanzas, dificultando la tarea de levantarse de ese hoyo y continuar.
Hay quienes terminarán con esto, de una forma fatal. Sin mirar atrás y cegándose en su dolor. 
Guardo una sincera plegaria por ellos.
Y también estarán los que soportarán la pérdida y se decidirán a continuar, con el vacío en su interior, pero dispuestos a recibir un ápice de alegría. Me alegro por ellos, porque suelo decir que... «siempre habrá una estrella brillando en el oscuro firmamento», y el querer seguir es suficiente razón para ser premiado nuevamente, tan sólo hay que tener paciencia.
En mi caso, no sé cuántas veces me he equivocado, ni cuántas veces he hecho las cosas bien. Y eso no es lo que me interesa, tan sólo espero que después de que este vacío desaparezca de mi pecho, vuelva a caminar con la sonrisa que me caracteriza, ganándome, con mis acciones, lo que he perdido.
Debo decir...
Perdón por lo que no te ha agradado de mí -y no estoy siendo sarcástica ni irónica-, perdón por fallarte. Perdón por lastimarte, perdón por haberte decepcionado. Sólo perdóname.
Esta noche la luna se ve hermosa, aunque no está llena. A través de mi ventana me está transmitiendo la sonrisa que he esperado desde hace mucho (quizás esto suene ilógico, pero no para una persona tan fantasiosa como yo).
Mañana será otro día, y aunque me vuelva a caer, seré fuerte, y me levantaré.
Con adoración, Esperanza.

Pd: los equivocados también necesitamos apoyo, sino, no podríamos ser lo suficientemente valientes como para mejorar.

14 ago 2012

Espejo.

Estaba cavilando mientras miraba el reflejo de dos lunas tristes sobre el cristal y entendí que no quiero escucharte más.
Por favor..., calla.
Calla y no te expreses. A la gente no le interesa lo que piensas, no creen en tus sentimientos. El mundo sólo se fija en lo que ve, y no en lo que sientes. Las personas están demasiado ocupadas con sus propios problemas como para parar un momento y ayudarte.
¿Qué importa lo que tu corazón dice si lo que, con tu ropa, cabello y mirada aparentas parece gritar lo que crees que eres (maldad pura)? Da igual lo que piensas y quieres gritarle al mundo. ¡Tan sólo cállate! Guárdalo, de nada te sirve llorar si morirás en el intento.
¿Que nadie te comprende? ¿Que nadie te estima? ¿Quieres que comprendan lo que haces cuando hay más cosas que atender? ¡Basta con mirarte! Ya saben todo lo que eres. ¿Qué más quieres que hagan por ti?
¿Un consuelo? ¿Un abrazo? La vida no se pasa entre lágrimas y quejas. Rodea con tus brazos tu regazo y que eso te baste.
Y si soy cruel ¿qué más da? Esta no es más que la simple realidad. A nadie le importa tu versión, a nadie le interesa saber la verdad. Más puede lo que se ve y se escucha, que lo que se siente con el corazón.
Y si lo que siente tu corazón, no es tan fuerte como para que alcance a tocar el de los demás... Lo lamento, no es suficiente.
Deja de luchar ya...
El veneno destila por sus venas, cegando su corazón, asfixiándolo de culpa y matándolo sin compasión.

5 ago 2012

¿Qué puedo hacer?

¿Alguna vez les ha pasado que... quieren ayudar a alguien, pero simplemente no pueden? Esa impotencia increíble y el nudo en la garganta por las lágrimas de ira y dolor... ¿Les ha pasado? 
Si es así, quizás se sientan identificados conmigo en este momento.
Hay personas en este mundo que, con una fuerza increíble, logran introducirse en nuestros corazones dejando su marca, una realmente difícil de borrar. Es decir, de entre millones de seres habitando este planeta, ellos son quienes viven el día a día con nosotros. ¡Sorprendente! Podrían ser otras personas, pero no, ¡son ellos!
Y todo comienza de una manera común, una mirada, una sonrisa, un "hola", un estrechón de manos, un "¡ten cuidado por donde caminas!", un "disculpa ¿podrías ayudarme?", o hasta un "¿me podrías dar la hora, por favor?" Entonces, un sentimiento de simpatía se apodera de nosotros e inevitablemente la conversación se alarga..., sin ningún pretexto más que conocer a ese individuo y no estar solos porque ningún ser humano, aunque lo niegue, quiere estar solo.
Y lo que sigue, ya es cuestión del tiempo y las vivencias compartidas. Sin que nos demos cuenta, hemos encontrado un amigo, un hermano, una pareja. Una persona en particular que nos llega a conocer más que nosotros mismos, que sabe de tu pasado como si hubiera estado en él, que te apoya, te llama la atención, te aconseja, con la que te sientes en confianza de contar un secreto. Y tan sólo una mirada basta para saber si estás feliz, o triste. Si te incomoda su acción o si te emociona.
Para mí resulta grandioso e inexplicable, aunque para los creyentes de la reencarnación, el sentimiento de simpatía entre dos seres que recién se conocen se debe a la conexión entre sus almas a causa de vidas anteriores. Interesante ¿no?
El punto es que, nos hacemos inseparables de esas personas. Conocemos de su vida, de su dolor, lloramos sus pérdidas, sonreímos sus logros, vivimos alegrías, peleas, unión, depresión, y momentos inolvidables que vamos guardando en el álbum de recuerdos que nuestra mente conserva en algún recóndito lugar. Nuestro corazón se llena de paz...
Pero no todo es felicidad, como lo decía, y lo sé. En ocasiones llegamos a un punto en el que sucede algo que lastima a ambos seres, y los hace partícipes de una discusión sin límites. Ni las propias palabras pueden ayudarnos a solucionar este conflicto. ¡Es.. complicado de explicar! Cuando algo molesta a esa persona acerca de nosotros y, la distancia y las circunstancias son factores que nos impiden arreglar el problema, es difícil no sentirse impotente.
De la noche a la mañana las cosas cambian, y nos preguntamos: ¿qué sucedió? ¿Qué cambió? Y más que nada ¿por qué? Sin embargo, no encontramos respuestas porque lo único que solemos escuchar de esa persona es "tú sabrás tus errores". Pero estudiamos nuestro comportamiento, y no encontramos algo que -según nosotros- pueda lastimar a ese ser especial. ¿Entonces?
Insistimos, cegados por el dolor de saber que podemos perder a esa persona, y lo único que logramos es distanciarnos más, si es que no lo arreglamos.
"No quiero saber nada más de ti".
Las palabras más dolorosas que he podido escuchar. Y ahí parece terminar todo. El mundo se nos viene abajo, aunque sea por un mísero segundo. Las imágenes de los momentos más bonitos llegan como un flashback lastimándonos más. La palabra "perdón" suena vacía de tanto que la hemos utilizado. El "no lo volveré a hacer" se siente como una promesa más sin validez alguna. Y el "todo estará mejor" suena a consuelo barato.
Admiro a quienes pueden arreglar conflictos, a quienes pueden comprender a los demás. Y me compadezco de quienes "no han vivido lo suficiente" como para entender al resto.
Ellos sí se han de sentir impotentes. Vivir una vida alegre, sin perjuicios y que su amigo la esté pasando mal después de tantos años de dolor, que la gota que colma el vaso de su sufrimiento sea la decepción que causa en él o ella. El no saber cómo ayudarlo porque sabe que no todo estará bien, sabe que esa persona no le creerá que después de tanto dolor vendrá la felicidad, porque simplemente no le ha llegado nunca. Y que el ingenuo que no ha vivido nada esté a su lado para apoyarlo, no es suficiente como para mantenerse vivo y continuar respirando...
Qué triste.
Impotencia, dolor e ira es lo que ha de sentir ¿no? Ser el único que conoce de su padecimiento y no poder ayudarlo, porque no ha tenido experiencias como para comprender al agonizante, al que la vida ha maltratado...
Entonces ¿qué puede hacer?
Escribí este párrafo confundida. Mis ideas se deshacen en un mar de lamentos y desesperación. No sé si concuerdan las frases, si la ortografía es correcta, si entendieron lo que quiero expresar. Pensé que después de escribir, me quitaría un peso de encima. No ha sido así. Ahora estoy más confundida y quiero responder la pregunta que yo misma me hice:
¿Qué puedo hacer?
Intento adentrarme en aquella piel y sentir el ardor de la decepción, del odio y la ira. Pero no puedo. ¿Y lo más doloroso? Estar sentada aquí, mirando a través de la ventana, esperando un milagro, porque sola no puede hacer las cosas...
Esperanzada, Esperanza.