15 jul 2014

Declaración anónima.

Incluso de mis ausencias eres dueño.
No es necesario tener tu nombre tatuado en mis pensamientos para saber que cada suspiro mío susurra el deseo de tenerte aquí a mi lado.
Pero tengo miedo de que me quieras y que pase lo que pasa después de que dos almas se prometen amor.
Tengo miedo de que dure los segundos que dura el primer beso y entonces, después de la primera luna de miel, todo se torne en triste monotonía.
Por eso prefiero que estés así: sin mirarme; sin quererme; sin pensarme.
Creo que más temo perderme a mí misma y con ello, perderte a ti.
Pero para eso hay cura, dicen, y esa es la de nunca tenerte pero siempre quererte.
Te quiero como se quieren los minutos que no esperamos que pasen.
Es decir, te anhelo y le hago honor al propósito del deseo; el de aferrarme siempre a tu ausencia.
Si me preguntas cómo le hago para vivir así, comprende mi silencio: yo también espero respuestas.
Y si no preguntas, comprenderé. No puedo exigirle nada a alguien que olvidó mi existencia o que tal vez nunca la reconoció.
Esperanza.

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