Hola, señores humanos del planeta Tierra.
Vaya..., enero está por terminar y yo aquí sintiéndome romántica por el ambiente; ya saben, lluvia, noche, el dulce olor a tierra húmeda, música suave y melancólica. Perfecto para escribir, pero lo dejaré para otra ocasión. Hoy sólo quiero adueñarme de este ambiente y ser yo la protagonista de mi noche.
Y bueno, sucede que empecé a recordar momentos -alegrías y tristezas, molestias y estupideces- mientras escuchaba una canción. Ya saben, la música trae tantas memorias. El punto es que aunque quería escribir romanticismos en mi agenda, surgieron las ganas de escribir sobre algo que las mujeres solemos decir cuando estamos decepcionadas o desilusionadas por alguna causa a la que ya no le encontramos solución. En mi sociedad estoy acostumbrada a escuchar "ya qué..." con un suspiro enternecedor.
Y ese "ya qué..." tiene muchos significados, pero casi todos llevan a lo mismo. Quizás no me ha pasado a mí, pero hay momentos en los que anhelamos algo con tal desenfreno que parece ser nuestro único sueño por el que vivimos, algo por lo que deseamos luchar, y en ocasiones hasta lo hacemos con tanto esmero, sintiendo que cada acto ayuda a que lo consigamos. Pero no siempre el destino está de acuerdo con que eso suceda, y a pesar de nuestro esfuerzo no pasa lo que queremos que pase y nos convencemos de que ya nada podemos hacer, de que no conviene y suspiramos rendidas.
Y aun así, no estamos del todo convencidas con eso de que no nos conviene y que por eso no sucede. Tan sólo es desilusión lo que sentimos y pocas ganas de seguir otro sueño o meta. Sé que cuesta recuperarse de ello y seguir adelante (aunque nuestro deseo haya sido pequeño) pero nunca es imposible.
Sin embargo, un "ya qué..." no significa que las cosas queden ahí, porque no hay fe más fuerte que la que nace del corazón, aquella que es capaz de mover montañas -como suelen decir-, y llevarnos a nuevos mundos. Pero la fe no debe ser malgastada en cosas que no valen la pena y que sólo hieren más al corazón. ¿Se imaginan? Sería como si el corazón diera todo de sí por algo que a la larga no da ni un poco de satisfacción, sólo dolor. ¿Y entonces? Nace el miedo de confiar y dar todo de uno mismo a cualquier persona, animal o sueño. Pero no es culpa de nadie, ni de nada, sino de nosotros mismos, porque no sabemos cuándo es necesario dejar de darlo todo a la nada.
Sé que el corazón es un órgano vital para la vida, pero hablemos del corazón espiritual, ese que "duele" cuando nos lastiman, aquel que es cegado por sentimientos (al que tristemente solemos echar la culpa de todo) y que en ocasiones termina estrellándose. Pero en tal caso, para evitar que eso suceda, nada mejor que la razón lo tome de la mano y lo guíe (y que no sea la locura, porque muchas veces terminaremos pagando los platos rotos).
Supongo que no sólo nos pasa a las mujeres, los hombres también han sido víctimas de esta sensación, pero esta ocasión me refiero al género femenino por el hecho de que nosotras solemos ser más expresivas con este tipo de cosas. No digo que sintamos más que los chicos, porque no es cierto, todos tenemos la capacidad de sentir con la misma intensidad, pero las mujeres somos más abiertas con respecto a las emociones que los hombres.
Corazón, mente, desilusión, sentimientos. Y muchas bendiciones para todos.
Con cariño, Esperanza.
1 comentario:
Ya que... estas tocando un tema sensible, los sentimientos y la capacidad de usar o "sentir" ese don. y tambien hablas de los sueños y ese "ya que" incomprenible para mi, incluso en esa persona qe conosco mejor qe yo. es hermoso seguir los sueños de uno, pero no es facil. Bueno, miento, al principio si. Despuess se complica y llegan las desiluciones y las ganas de no seguir. Pero hay qe ser perseverante, y no rendirse nunca, porque al final de todo esta la felicidad, grandisima felicidad de haber cumplido tu sueño.
Hablas de la fe, otra cosa que escapa a mi entendimiento. lo poco que se de ella, es que es algo poderoso, tanto como para crear amistades o para destruirlas y es algo que se pierde facilmente., no hay mucho mas que agregar, ya esta todo dicho, solamente una frase de Paulo Cohelo que utilizo mucho: "Toda busqueda comienza con la suerte del principiante, y termina con la preseverancia del Conquistador"
Besos y saludos
Marce (un seguidor e hijo fiel)
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