26 nov 2013

Remolinos en el cabello

Hola mundo.
Bonita tarde la de hoy. No se ve para nada el sol y está tan calmado que dormir sería un pecado.
Vengo este día con ganas de hablar de alguien... Pero no de la manera en que se suele pensar. Sucede que este «alguien» no es de este mundo precisamente pero tampoco diré nombres (ya, claro).
El cielo de este momento se podría comparar con la tonalidad de su piel y lo nublada que se pone mi mente cuando recuerdo el contorno de sus ojos. No es el ser más apuesto del universo pero tampoco es el más ingrato de todos..., bueno sí. Es algo ingrato, y tan estúpido que deja a los demás estupefactos (¿hay relación directa entre estas palabras?)
Y yo estoy diciendo tonterías...
No sé qué podría decir de este «alguien», pues no lo conozco de verdad y no he tenido la oportunidad; pero -y muy sorprendente, se podría decir- no le quiero conocer. Me da miedo pensar que toda ilusión detalladamente creada en mi cerebro se podría arruinar al escuchar unas palabras de sus simples labios.
Tampoco sé cuál es el sentido de escribir todo esto... quizás es por si algún día lo llegara a leer (lo cual dudo con el alma), pero si es así, «alguien»: debes saber que no existe armonía entre tu existencia y la mía y es por eso que nunca podrás rozar esta piel, sin embargo, eres la conmoción que he estado necesitando estos últimos tiempos para mantenerme en pie.
Gracias.

No hay comentarios: