Digamos que empecé bien el año, digamos que tengo esa esperanza de que sea uno muy bueno, digamos que he iniciado mi camino del desprendimiento.
Digamos, simplemente, que es un buen año.
Entre gatos y libros me di cuenta de que muchas veces cursé el camino equivocado (para mí, porque para el resto era adecuado) simplemente porque tenía miedo al que me pertenecía. Soy distinta al resto y cada uno de ellos, los que conforman el resto, son distintos a los demás y a mí. Por lo tanto, ¿qué hacía recorriendo un sendero que no era para mí? ¿Qué hacía caminando cuando mi cualidad era volar? Era como la anécdota esa del pez que intenta trepar un árbol; ante los ojos de los demás, es obvio que el pez pertenece al agua, pero al pez le han enseñado que tiene que trepar el árbol como el resto.
Cuando estamos dentro de la burbuja, somos incapaces de ver nuestras capacidades y solo vemos nuestras limitaciones; los de afuera pueden verlo claramente, simplemente deciden no decirnos porque ellos también viven en burbujas y creen que eso está bien. ¿Por qué? Porque así hemos sido enseñados.
Yo rompí mi burbuja y me caí, y aún sigo cayendo, pero bueno, dije que mi especialidad es volar así que una y otra vez lo intentaré hasta que logre abrir las alas de verdad y emprender el vuelo.
Entre gatos y libros ha nacido un nuevo porvenir para esta servidora. Con el deseo de salir adelante de este círculo vicioso de malas enseñanzas y costumbres masoquistas, anhelo para ustedes la misma satisfacción de romper la burbuja y caer sobre la nube de sus aspiraciones y sueños.
Con afecto, Esperanza.